07 junio 2009

LA MAGIA DE CADA NOCHE (mi diario del verano de 2008)

. Se acerca la media noche. No se porque cuando miro hacia el reloj colgado de la pared y veo que las manillas aun no se abrazan en lo mas alto, creo que al día le falta mucho para finalizar. Es casi imposible que a esa hora me haya vencido ni siquiera el deseo de recostarme en el sofá. Y es curioso recordar que hubo un tiempo, breve, en que antes de las doce podía sobresaltarme un despertar que interrumpiera alguno de mis alborotados sueños. También hubo un tiempo en que ni siquiera me entretenía en mirar las manillas de un reloj porque me ocupaba mas del amor, la compañía de un cuerpo querido y unos silencios largos que escuchaban mis cuentos mientras se caldeaban mis pies siempre fríos. Para mi, las noches no dejan de ser mágicas si duermes o si desvelada espero que pasen sin pensar que después llega la luz del día; y si pierdes horas de sueño mirando el repentino anaranjado de las nubes moviéndose alocadas por el vaivén del viento, intentando encontrar la luna llena que esa noche no logra asomarse; entonces, no habrás perdido el tiempo. Sabrás, por que la misma oscuridad te lo dice, que no estas sola y que miles de seres minúsculos están viviendo junto a ti. Tiene mucho de mágica esta noche y la de ayer, y todas las que faltan por venir a jugar conmigo como si fuéramos brujas insaciables, ánimas perversas, fantasmas del pasado perdidos en el presente. Tienen de mágico, el cambio de olor de la suave fragancia a hierbas mojadas de escarcha, el olor de las piñas y la resina, y el repentino olor acre que te obliga a levantar la cabeza y mirar en todas direcciones intentando que desaparezca y mis sentidos no me permitan olerlo; ese olor que asusta hasta obligarte a cerrar las ventanas y puertas, a salir del lugar que hasta entonces era tu refugio, y donde desapareció la fragancia a sándalo que inundaba tu momento, impregnándose de miedo. Me voy de allí sabiendo que al traspasar esa puerta pienso que dejo encerrado al que con su olor acre me visitó. Debo esperar a que su paciencia sea menor que la mía y me permita descansar y dormir esa noche. Nunca dejarán de ser mágicas las noches que el mundo teme por que su oscuridad no quiere dejarnos ver a los demás y apenas a nosotros mismos. Pero yo no temo a las noches, ni a su oscuridad a veces tétrica, ni a sus cambio de olores con las extrañas visitas que lo acompañan, porque se que habré vivido una mas, antes de que sentada ante la ventana vea desaparecer la luna llena que pudo con las alocadas nubes anaranjadas, y el viento a ráfagas no logró hacerla abandonar su lugar. No la temo; me gusta porque se que pronto amanecerá conmigo dentro de la luz de ese nuevo día.
.Eloisa

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