30 diciembre 2009

MALU, video "QUE TE ESPERABAS" CON POEMA DE ELOISA




¡Que esperabas!
Si deshojaste una flor cuando ella marchita estaba,
 cambiando un tenue calor por colores que brillaban
y olvidaste el dolor de la muerte, el cuerpo y alma.
¡Que esperabas!
Si lanzaste a rodar una piedra en un camino
cubierto de espino y zarza descalzos los pies al frio
mirando como se clavan sin curarles las heridas.
¡Que esperabas!
Si de un niño nunca nace una respuesta profunda
ni sabe de una mirada que pueda sosegar el alma
cuando una vida se muere porque la vida lo marca.
¡Que esperabas!
Si tu barca no navega por un océano en calma
y ríos profundos te arrastran por una marea brava
sin sentir como te ahogas y a quien te salva, lo matas.


Eloisa
(Prohibida la reproducción del poema)



20 diciembre 2009

" LA ÚLTIMA NAVIDAD QUE SENTÍ EL AMOR ".Poema de Eloisa




Estoy sentada, en la penunbra,
de una tarde de lluvia
que no veo su final.
Quería hacer muchas cosas
esta tarde de Diciembre
que me impidieran pensar
que en apenas unos días
está aquí la Navidad.
Diez días apenas quedan..
Pero el día se ha torcido.
Parece como si el destino
se pone de acuerdo a veces
con un tonto desatino;
y pasa como pasa hoy.
Con el frio, en la mañana,
arreglando mi jardín,
recortando algunos setos,
plantando un romero nuevo
pensaba en la navidad...
regaba, olía menta y lavanda,
la hierbabuena, el tomillo...;
y mira si es desatino
que ha comenzado a llover.
Ya no haré lo que pensaba.
Las horas se me hacen lentas
y entonces, como suele suceder
cualquier otro día de estos,
renacen esos recuerdos,
los recuerdos del ayer;
devuelven a mi memoria
la última Navidad, pasada,
cuando aun sentía el amor.
Era otra Navidad...
la primera estando sola,
o así la quería pasar,
como la quiero este año,
sin reuniones, sin cenas
sin postales del belén
sin bolitas de colores
ni árbol de navidad,
sin villancicos, sin tracas....
La pasada Navidad...
fue la última,
que pasé sintiendo amor.
Varias gentes me invitaron
a que comiera en su mesa,
y con varias accedí
porque ellas no sintieran
que yo quedara pensando
que se olvidaban de mí.
Compré regalos amables
por cumplir con su bondad.
Compré billetes de tren
y despues los fui a cambiar
para acortar el viaje que debía viajar.
Cuando llegó Nochebuena,
con los regalos guardados
y confirmada la cena
con quien me había invitado,
recibí aquella llamada.
Era él, mi gran amor,
siete años de mi vida;
siete años, que un mal día,
un azar, un desatino,
un mal amor, la casualidad,
quisieron que terminara,
que dejarán de ser mas.
No me sorprendió su gesto.
Hablábamos sin parar
cada noche, cada día,
en la calle, su casa, o en la mía,
distintas casas entonces,
que una fueron tiempo atrás.
Era él quien me llamaba.
y cogí el auricular pensando
que en el día de Nochebuena
me quería felicitar.
Era antes de cenar, y esa noche,
que yo vivía callada,
que me dejaba llevar,
su voz amable me dijo
que estuviera junto a él.
Falté a todo compromiso;
falté a quienes me llamaron,
a mi ciudad, a mi gente
falte a quienes bien sabía,
me querían de verdad,
y me acerqué hasta su casa,
mía en otra Navidad.
No se si fue la añoranza,
o es extraño sentimiento
que llaman culpabilidad,
o ese miedo a verte solo
sentado en algún sofá,
o, solo necesidad
de sentir que tienes cerca
a quien hoy no puede estar
porque está dando un abrazo
a otro hombre, a su rival.
Fuimos amables al vernos.
¡Que añoranza de los dos!
Yo la mía y el la suya.
Esta sería una noche
de estar cerca, sin hablar;
de querernos nada mas.
Baje del coche una bolsa
con esas cosas de siempre
que se llevan a algún sitio
por si te vas a quedar.
Sentados frente a la estufa
veía la leña arder
mientras cenábamos juntos,
y pensaba en esa hora
en que debía marcharme
de su casa hacia otra casa
donde ver amanecer.
Hablamos de los recuerdos
agarrados de la mano,
sonriendo con ternura
puede que por nuestro ayer.
Yo, nerviosa por el tiempo
y por no saber que hacer,
y él...no se.
Brindamos por ser felices,
y sus palabras amables
me invitaron a quedarme.
Se que yo,
aun lo quería,
aun tenía esperanza
de que volviera a quererme,
que algún día el olvidara
lo olvidable y volviéramos a ser
él y yo, y aquel lugar.
Iba pasando el tiempo;
sonaron las campanadas
del viejo reloj de péndulo
y estando frente al leña
encendida aun de amor,
el me quiso como siempre,
igual que lo quise yo,
y entrada la madrugada
nos fuimos al dormitorio
que arreglamos con amor
cuando poco tiempo atrás
nos jurábamos querernos,
jurábamos felicidad,
nos prometimos unirnos
sentados en unos bancos
de una vieja catedral.
Nos quisimos esa noche,
la noche de Nochebuena.
Yo lo quise de verdad.
Cerré los ojos a todo,
sentía que me miraba
como sin querer mirar,
entre las sábanas suaves,
calientes y perfumadas.
En mi revivió el amor.
Todo fue dulce y amable,
bonito, hasta en el pudor.
Fueron unas horas bellas
que el siguiente amanecer,
quiso que no acabarán;
y se prolongó el amor,
y con el sol asomado,
llegado ya el mediodía,
cuando alargando el momento
en que debía marchar,
me pidió que me quedara
a pasar la Navidad.
Llegaron a compartir mesa
algunos de su familia,
 con los que durante años
compartimos nuestros días,
el café y la sobremesa,
ellos que para mi fueron...
lo que pude hallar aquí.
Ydudando si quedarme
aunque quisiera no irme,
y mirándome a los ojos,
apretándome las manos
para hecerme sentir bien
me respondió sonriendo,
con un abrazo y mil besos:
¡Sabes cuanto te quiero! 
¡Quiero que estes hoy aquí!
Contestamos las llamadas
que las familias hacían
con mas o menos sorpresa
cuando escuchaban su voz,
o mi voz, juntas allí
esos dos días de amor.
Cuando nos quedamos solos
ya un poco entrada la noche
en la que fue nuestra casa,
llorándome el corazón,
hicimos el amor de nuevo
al calor de aquellas brasas,
como queriendo que el tiempo
no quisiera correr ya.
¡Ojala, que se parara
para haberlo amado mas!
Fueron pasando las horas
y la noche nos llamó;
de nuevo esa madrugada
me calentó su calor.
Los cuerpos nos arrullaban,
las palabras nos surgían
en un susurro cercano
cuando me hacía el amor.
Al llegar el nuevo día
lejos ya el amanecer
en que yo debía partir,
estando junto a la verja,
una despedida cálida
y sin darnos un adios,
solo, un -Te quiero pequeña -
Solo nosotros sabemos
lo que vivimos los dos
cuando en el andén estaba,
tan delgado, tan mayor,
despidiéndome su beso.
El regrasaba a su casa
y yo, me iba en aquel tren.
Allí solo se quedaba,
en nuestro nido de amor
de la última Navidad.
Ha parado de llover.
En este cuarto hace frio..
Aquí no hay estufa con leños.
Nadie susurra palabras,
que ahora, está escuchado el,
lejos de aquí, en otra parte,
en nuestro nido de amor,
junto a un cuerpo mas lozano
que no se muere de amor
porque la otra Nochebuena
mientras las brasas cubrían
entre el y yo, el amor,
ella abrazaba otros brazos.
Esta Navidad es otra,
no la que sentí el amor.
Esta Navidad...
tal vez sienta que está solo.
Tal vez...
se sentará ante las brasas
intentando un nuevo amor.
Tal vez...
este olvidando ese amor
como cuentan malas lenguas
que dicen, para el ya se secó.
Tal vez...
en un extraño minuto
recuerde que esta nochebuena
ya son otras Navidades,
no las que sentía amor.


Eloisa
(Prohibida su reproducción)


14 diciembre 2009

Un 3 de Junio en la catedral




Esta es una imagen de la catedral de Valladolid, mi ciudad. Habría mucho que contar sobre su historia, su construcción, su destino, los grandes acontecimientos que en ella se produjeron, y tambien las desgracias que allí se fraguaron, pero hoy dejaré ese cometido para gentes mas expertas, porque la historia que hoy toca es personal. Es simplemente una historia mas de cuantas a través de los siglos ha presenciado este lugar. Tal vez, a casi nadie le parezca importante este insignificante relato, pero si hacemos marcha atrás en la historia y recordamos a tantos que padecieron allí en sus muros, la tortura del castigo por una, tal vez, o no, justa justicia, quizás pudiéramos encontrar una analogía. ¡ Cuantos pagaron en esos muros por su delito!, ¡Cúantas plegarias, promesas, rezos, juramentos....habrán escuchado las piedras de esos muros!


Era un día tres de Junio por el año 2001, cuando paseando por esta bella ciudad, Abelardo y Eloisa llegaron hasta las puertas de la inmensa catedral con ánimo de visita y de absorber ese sobrio aire que respiran los sitios como este lugar. Hablando un poco de su historia nos decidimos a entrar por la puerta lateral, que estaba esta iglesia de obras para adornarla aun mas. Allí dentro nos sentamos frente a un pequeño altar cubierto de sillerias que no dejaban tocar. Recuerdo el ambiente extraño, y cómo sin darlos cuenta nos envolvía a los dos. Sentados en aquel banco, casi sin respirar venían a mi memoria esas historias de amantes que sellaron para siempre su amor en aquel altar. Faltaba el coro, y el órgano. No faltaron los anillos que aquel día fui a comprar; sencillos aros de plata para sellar nuestro amor en un banco de madera, y sin nadie alrededor. Nos cojimos de la mano, como si fuera un pecado, nos besamos fugazmente por si los seres de antaño vigilaban nuestra suerte; mirándonos a los ojos, con un susurro de voz, nos pusimos los anillos consagrando nuestro amor, y prometimos querernos, unirnos un día cercano aunque todo era dificil en ese momento de amor. Juramos quedarnos juntos incluso en la adversidad, sin separarnos por nada, ni pobreza, enfermedad. Fue una promesa sincera dentro de esa catedral la que dos enamorados, Abelardo y Eloisa hicieron en un día tres de Junio , sentados ante un altar. Nadie hubo de testigo, nadie firmó nuestro amor; solo unas horas mas tarde con mas gente en un salón, brindamos por nuestra suerte, y la noche, todo lo proclamó.

Eloisa



http://domuspucelae.blogspot.com/2009/07/historias-d...

http://www.archivalladolid.org/la_catedral_de_valladolid.htm

http://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Cronolog,

06 diciembre 2009

UN DÍA SOÑABA UN SUEÑO


"SOÑABA UN DÍA UN SUEÑO"

 
Soñaba un día cuando llegó el amanecer,
cuando tan cansada estaba
del combate que luchando vivo,
que alguna criatura pensara en mí
iluminando su rostro una sonrisa;
soñaba, que todavía me acuerdo
de las pequeñas cosas que no debo olvidar.
Soñaba dejar de añorar lo bueno que perdí
con lo malo que habitaba el mismo espacio.
Se despierta vivo el sueño (soñando)
que asomada a la ventana
 permita a la lluvia mojar mi cabello,
a mís ojos cerrados ver el olor del agua,
escuchar el murmullo de la gente,
el sonido del aire y sentir
un día mas, que no temo nada.
En mi despertar, sueño, que la vista
no pueda alcanzar a ver el final
de esa calle que paseo cada día;
que el poder de alma me ayude a perdonar
cuando el dolor del engaño me invada.
Sueño y sueño que no añoro, nunca mas,
los silencios de quien calla y aparenta,
callando, sabiduría y prudencia,
humanidad, humildad, resignación,
y no me concede callando, réplica;
que no añoro a quien la página cierra
ocultando mi dolor y su propio miedo
a ser eso, eso que nunca contó.

Eloisa

"NADA ES PARA SIEMPRE", dedicada a quienes estando enamorados sienten que pronto se les acabará el amor.

El amor es algo bonito que nadie queremos perder; es la sensación de que nuestra vida no es algo inutil y vacio. Pero el amor, solo es un sentimiento, y una gana, como otras tantas que padecemos, y tambien se termina cuando sacia ese huequecito que estaba por tapar. No perdura, no puede durar porque se compone de muchas ganas variadas, algunas muy fáciles de llenar, y muy fáciles de olvidar.
Por eso el amor duele, cuando se tiene y cuando se pierde. Y es que el amor, puede ser sed de pocos días, por eso, no es para siempre.


"NADA ES PARA SIEMPRE"

Nada es para siempre.
la vida, la juventud, el amor,
el estremecer de una pasión.
Nada es para siempre,
 ni unos labios de beso,
 ni el brillo de ojos azabache
ni turgencia de unos senos,
 ni la agil cadera desnuda,
 ni una imagen seductora,
 ni la sensualidad retratada.
 Nada es para siempre,
ni la fidelidad deseada,
  ni un murmullo hecho al oido,
ni una promesa de amor.
Nada es para siempre,
 ni la alegría de una risa,
  ni la pena de una despedida,
 el dolor de un abandono.
Una promesa se acaba
cuando la vista ya no alcanza,
Una pasión desvanece
 cuando viene otra pasión,
Una mirada azul se borra
si los párpados se cierran
Un cuerpo desnudo se añora
solo cuando llega el frío,
Un abrazo tierno encoje
si hay que alargarle los brazos
Un gesto de amor,
 con facilidad se olvida,
Unas palabras de amor  
se silvan muy facilmente.
Nada es para siempre.
Un dolor de desamor
se vence a otro amor amando,
Un llanto de dolor se seca.
Nada es para siempre,
la vida,
la juventud,
el amor.

Eloisa