27 octubre 2009

EL CUENTO DE LITO, EL SAPO VANIDOSO.

Un poco de buen humor no viene mal a nadie. Si tu eres uno de esos que cree en el destino; que piensas mas en tí mismo que en las buenas actitudes ante los demás; si cuando te levantas, lo primero que haces es mirarte al espejo y sacar pecho creyendo ver en cristal al rey de la baraja, al increible hulk, al  listo mago Merlín, o simplemente crees que esos borrones que se reflejan ante ti no son tus propias arrujas, lee este cuento, y toma buena nota de sus palabras.

 MORALEJA

"Hay que dejar la vanidad a los que no tienen otra cosa que exhibir".  (Honoré de Balzac)
"Quien no comprende una mirada tampoco comprenderá una larga explicación". (Proverbio Árabe).




En la transparencia de una profunda y tibia laguna, donde se escuchaba la hermosa melodía del vaivén de las aguas, el cantar del viento y el ritmo del caminar de los animales, se encontraba un sapito muy alegre y coquetón, saltando de roca en roca entonando una canción, era Lito el sapito juguetón.
Cada día al levantarse, se daba un chapuzón y se posaba en una roca cantando una canción. Soy un sapito tan lindo y juguetón que nadie me iguala  cantando una canción.
 ¡Que hermoso día!.
¿A quien conquistaré hoy?
Nadie se resiste a mi belleza, ni a mi inteligencia, soy un sapo tan fino que todo lo puede, y no necesita a nadie, pero todos necesitan de mi.
¡Soy lo máximo!.
El sapito se colocó el sombrero rojo en la áspera cabeza y un perfumado clavel, y mirándose en la transparente laguna, exclamó: ¡Que guapo y hermoso soy, que aroma exhalo hoy, todos me aclamarán y me aplaudirán, cuando me vean pasar!.
Lito inició su caminata por el campo y se encontró con una mariposa de bellos colores, a quien miró con indiferencia. Nina, la mariposa lo observaba sonriendo.
-¡Hola Lito! Que guapo y perfumado vienes.
-Así soy yo, respondió el sapo sin mirarla.
Nina, muy coqueta, preguntó:
-¿Te gusta mi nuevo color y el brillo que tengo en mis alas?. Lo adquirí con ayuda de las flores, del viento y del sol.
-Yo soy hermoso sin ayuda de nadie, -respondió el sapo.
La mariposa muy triste y enojada se alejó.
Un gusano que lo miraba con temor le gritó:
-¡Lito, que bien hueles hoy!
-Así soy yo, sin ayuda de nadie -respondió.
El tembloroso gusanito que se escondía entre las hojas, sonrió y se cubrió.
Mientras tanto, el sapo muy altivo de un salto aplastó a una indefensa flor.
-¡Ay! -dijo la rosa-, ten cuidado señor sapo que me has hecho daño al darme un pisotón. Cómo con tan grandes ojos eres tan cegatón.
El sapo enfadado respondió: ciego no soy, es que no me gusta que nadie se cruce en mi camino; favores no doy; todos necesitan de mi y yo no necesito de nadie.
-Que suerte tienes -dijo la rosa-. Yo para tener mi color necesito de la tierra, del agua, del sol, y el perfume, me lo dió Dios.
Y el sapo indiferente al dolor y lágrimas de la rosa, se fue saltando de flor en flor, sin darse cuenta que una noria estaba abierta, y al fondo cayó.
-¡Auxilio! ¡Socorro! ¡Ayúdenme!. Un sapo como yo no debe morir.
La mariposa que lo escuchaba, se acercó y preguntó
-¿Quien anda allí?
El sapo, gritando, dijo:
-Soy yo, Lito, sácame de esta profundidad.
-Tú lo puedes todo - salta y salta y a la cima llegarás - le respondió la mariposa en tono burlón.
La rosa que estaba escuchando, le dijo.
-Salta Lito, salta, que de salto en salto a la superficie llegarás, tú lo puedes todo y no necesitas de nadie, de lo contrario yo te ayudaría-.
El sapo, llorando su vanidad, y viéndose perdido, gritó con mucho esfuerzo: -¡Ayúdenme, por favor!
El gusano asomó su cabeza y moviendo su flácido y débil cuerpo gritó:
-¡Lito, salta, salta que a la cima llegarás, tú lo puedes todo, no necesitas de nadie, demuéstralo!
Como el sapo, apenado y avergonzado, decía ya en voz baja: -¡Ayúdenme, por favor!, entonces, todos al mismo tiempo respondieron:
- Salta, salta que a la cima llegarás, tú no necesitas de nadie, ja, ja, ja -
y todos se reían del frustrado Lito.
El sapo hizo nuevamente el intento de saltar, pero todo fue inútil porque el pozo era tan profundo que por más que saltaba no llegaba al borde. Nina la mariposa, el gusanito y la rosa, al escuchar los gemidos del derrotado sapo, se compadecieron de el y lo ayudaron a salir.
Desde entonces, Lito tuvo que decir: "soy un sapito muy lindo y juguetón, que aprendió una lección".



FIN


(Este cuento lo encontré en: http://www.guiainfantil.com/donde  fue enviado por Azucena Chena - España)

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