06 octubre 2011

SUEÑO DEL TREN DE LA INDECISION



Dicen que cuando un indeciso toma una decisión es para toda la vida. Que cuando toma una decisión y rompe con todo por correr tras una ilusión, rompe a correr tras ella dejando la vida por el camino, en el único camino que piensa recorrer. Y ya no ve ningún otro, o todos los demás son demasiado estrechos, angostos, o quizás, sólo ve uno que le parece hermoso, grande, muy grande, tan amplio y tan lleno de posibilidades que no se permite otra cosa que seguirlo. Y es que debe ser eso, que un indeciso sólo toma grandes e importantes decisiones. Tal ese sea el motivo de su habitual caminar a solas.
Sólo los que en tiempos  atrás nos han conocido o han tenido la ocasión de poder hacerlo, sabrán del límite de un indeciso, sabrán que llega un momento en que ya nadie mas podrá albergarse en su vida, que el cupo está cerrado y cubierto tras su última decisión; que ya aparecieron quienes tuvieron el honor y la oportunidad de comprometerse con ellos. Pero como ocurre a toda persona indecisa, nadie entiende nada, y siguen descolgando las mochilas de sus estrechos hombros y lanzándolas lo mas lejos posible de nuestro camino como si para ellos fuera el mas agrestre y dificultoso de cuantos caminos hayan recorrido. Y rompen nuestras decisiones sin mas, sin apenas haber caminado.
Dicen que cuando un indeciso toma una decisión, deja de ser un indeciso y se convierte en una persona con gran seguridad, porque al parecer ha empleado tanto esfuerzo meditando los pros y los contras, que asume por completo toda advesidad, complicación, desaveniencia, traspiés o frustración, como una simple pincelada que forma parte de su elección, porque su mundo  alcanza desde entonces tan gran amplitud, que se siente un poco rey o reina de su propia vida y cuanto la rodea, y aunque al caminar vean allá, a lo lejos, multitud de socavones, están convencidos de poder superarlos en favor del logro de su elección. Y todo porque si fueron capaces de tomar una gran decisión, siempre intentarán que nada ni nadie pueda arruinársela.
Y, ¿Qué pasa cuando esto ocurre?
Por ejemplo...
Creo que lo mejor es que cuente lo que soñe esta noche, que por cierto no me atrevo a calificarlo de extraño, además, quienes han tenido ocasión de dormir cerca de mi sabrán que estos son como una bola de cristal donde aparecen imágenes y símbolos que cuentan el mas profundo  sentido de mi vida, que me desriben y en ellos se percibe mi relación con el mundo.
Pues esta noche soñe que viajaba en un tren, como tantas veces hice, nada era anormal en ese viaje ni en los otros pasajeros. Cuando acaba el trayecto y me encuentro en la estación dispuesta a hacer trasbordo para llegar a mi destino, comienzan las situaciones, llamemoslas extravagantes como que  el andén está oscuro cuando debía lucir la luz del día, pienso que allí sobra gente porque no me permiten andar cómoda con mis maletas, para entrar en el recinto de la estación debía atravesar un pasillo muy estrecho y abarrotado de trastos con los que tropiezo y me golpeo, y de gente que no se aparta para dejarme pasar, hasta que llego a una cafetería donde debo sortear esquinas de donde sobresalen cosas de mal gusto que están colgando de las paredes,  máquinas tragaperras con las que tropiezo, multitud de mesas y sillas que lo invaden todo, y mucha, mucha gente que no para de hablar en voz alta y con tono exagerado que me provocan  la impresión de estar metida en una caseta de feria donde todos beben y ríen sin mas. Intento salir de allí para llegar a la taquilla donde comprar un nuevo billete, cuando una camarera morena de mediana edad que viste una falta negra corta y una camiseta justada que deja a la vista sus exageradas formas, sonriéndome,  pasa por encima de mi cabeza una bandeja llena de vasos. Intento encontrar un lugar por donde pasar para escapar de aquel agobiente lugar de aspecto empobrecido y sucio.  Cuando llego a la taquilla y miro hacia el andén ya es de noche. Pido un billete a un vendedor que me parece uno mas de los hombres que reían  en la cafetería, y me entrega fuera de la ventanilla un papelito donde leo varios horario pero no aparecen los destinos,  le entrego unas monedas sin saber si el pago es correcto, se ríe indicándome que quiere mas y le entrego otras monedas. Después salgo al andén esperando que en las próximas horas algún tren sea el que yo espero. Está muy  oscuro y hay una mujer de mi edad, sola, y varios niños esperando también. Veo acercarse un tren creyendo que es el mio, pero al llegar donde estoy se gira y se mete en otra vía de vuelta. Lo raro es que al llegar el tren, aparece justo a mi lado un ser mezcla de hombre, maquina y animal, que va cubierto con un traje metálico articulado que le permite correr a cuatro patas. El hombre era realmente extraño para mi, como una de esas máquinas fantásticas de las películas de ciencia ficción, como un perro grande con armadura. El ser extraño cruza corriendo la vía hasta el tren que ha parado y lo revisa por fuera. Enseguida observo que se acerca otro tren,  y la otra mujer, los niños y yo nos dirigimos a el. Es un tren muy corto, de tres vagones muy pequeños, muy blanco y no produce ningún sonido. Los dos niños suben corriendo al vagón del medio y decido subir también, pero una vez dentro me parece un raro lugar con cuatro asientos blancos junto a la puerta y algunos mas adelante que parecen camillas de metal. Sube un operario que nos informa de los peligros de viajar en ese tren y nos señala un panel con distintos símbolos que hay sobre una puerta en el andén. Nos bajamos para leerlo y nos indica la necesidad de usar mascarilla porque en el tren no hay oxígeno, que es un tren radiactivo, que está contraindicado en personas que padezcan enfermedades, y una serie de advertencias a seguir si queremos viajar. Dudo y decido no viajar en el. Lo veo como un tren exterminador que llega del futuro, exclusivo para muy pocas personas. Por eso era tan pequeño. Hablo con la otra mujer que estaba en el andén, como queriendo comprobar si todo es real. Es seria y parece poco habladora. Le comento que había viajado desde un lugar donde vivía rodeada de sol y paseaba cada día acompañada de mis perros por la orilla del mar. Le digo que sólo quería tomar un tren para viajar a algún lugar donde me esperaban.
Aquí acaba el sueño, cuando mi perrita me despierta para pedirme que le abra la ventana porque ha escuchado el ruido que hizo la puerta del vecino que saca su coche para comenza a repartir el pan por el pueblo. No se si de haber continuado el sueño hubiera subido a ese o algún otro tren.
Estoy escribiendo esto como en un intento de encontrar a alguien que responda y me explique lo que he soñado, pero en realidad este sueño es como todos mis sueños a los que estoy acostumbrada. La verdad es que no necesito respuesta alguna. Y es que, soy una indecisa.


Eloisa.