18 julio 2010

VIVIR EN UNA MENTIRA



Quiero hablar sobre algo que la obligación de la necesidad me ha hecho callar durante un tiempo, en lo que he pensado mucho, tanto, que por fin he logrado recuperar la cordura y la sinceridad que casi había perdido. Voy a decir que ha conseguido que me considere suficientemente madura casi por primera vez a pesar de tener 49 años.
¡Realmente, pobre concepto el que llegué a adquirir de misma!.  Y todo porque una serie de circunstancias que nunca deseé me dejaron relegada al puesto de "sombra", si, sombra de mujer, de persona, de individuo de una colectividad.
No necesité apenas tiempo para saber que me había metido en un mundo irreal lleno de ilusionistas a mi alrededor, para comprender la verdad de todo este proceso que he pasado. El origen lo supe enseguida,  pero el camino del futuro estaba por escribir. Sin embargo, por esas cosas que ocurren cuando eres alguien normalito, que no se cree alguien excepcional ni sobresaliente, perdí la capacidad de autovaluarme y autoprotegerme, anteponiendo las razones de otros, las que les podían mover a actuar como lo hicieron, y justificándolos. Si, antepuse su felicidad a la mía, con silencios, con sonrisas, con mentiras piadosas, con enfurecimientos solitarios y respuestas alejadas de la realidad, con esfuerzo,  para evitar conflictos, ocultando lo que sabía y escondiéndolo tras de mi para no verlo, reprimiendo la necesidad de hablar.
Si, perdí la capacidad de autoevaluarme, de respetarme; perdí la capacidad, mintiéndome, de ser sincera conmigo misma y acabar con las mentiras de otros. Y como no se mentir, más aun, me acusan de ser demasiado directa, y he tenido que sufrir la mentira día tras día durante años, sus mentiras y las mías, tal vez para convencerme cuando me equivocaba de no estar haciéndolo, ahora que creo estar empezando a  crecer, hablo de ello. Da igual si la verdad es dura.
Es dificil convivir con alguien que hace de su vida una mentira constante para esconder su falta de autoestima en un intento vano de reflejar lo que no es; cuando tu compañía es la de alguien que por desgracia no puede dejar de ser egocéntrico, que basa su existencia en la simple ilusión de ser más  sin saber como serlo, que la idealización de su persona es lo que persigue en sus relaciones, que no se le escapa la necesidad de rodearse de gente de quien lograr que se consideren  inferiores a él, y lo convierte en una verdadera meta.  Y tambien es dificil no justificarlo cuando se le quiere y se tiene miedo de perderlo, incluso de no poder seguir ayudándolo. Y yo lo hice, lo perdí por convertirme en un espejo, el espejo de la realidad, en aquella que no quiso mentir mas.
Y es que hay personas que temen verse a si mismas y eligen cambiar de escenario cada vez  que el teatro de su vida comienza a bajar el telón y se encuentran de pronto desprotegidos  ante los compañeros de reparto, sin sus trajes y sus pelucas, desnudos ante los demás, ante el mundo; cuando dejan de ser directores, entonces, huyen.


Eloisa