30 diciembre 2009

MALU, video "QUE TE ESPERABAS" CON POEMA DE ELOISA




¡Que esperabas!
Si deshojaste una flor cuando ella marchita estaba,
 cambiando un tenue calor por colores que brillaban
y olvidaste el dolor de la muerte, el cuerpo y alma.
¡Que esperabas!
Si lanzaste a rodar una piedra en un camino
cubierto de espino y zarza descalzos los pies al frio
mirando como se clavan sin curarles las heridas.
¡Que esperabas!
Si de un niño nunca nace una respuesta profunda
ni sabe de una mirada que pueda sosegar el alma
cuando una vida se muere porque la vida lo marca.
¡Que esperabas!
Si tu barca no navega por un océano en calma
y ríos profundos te arrastran por una marea brava
sin sentir como te ahogas y a quien te salva, lo matas.


Eloisa
(Prohibida la reproducción del poema)



20 diciembre 2009

" LA ÚLTIMA NAVIDAD QUE SENTÍ EL AMOR ".Poema de Eloisa




Estoy sentada, en la penunbra,
de una tarde de lluvia
que no veo su final.
Quería hacer muchas cosas
esta tarde de Diciembre
que me impidieran pensar
que en apenas unos días
está aquí la Navidad.
Diez días apenas quedan..
Pero el día se ha torcido.
Parece como si el destino
se pone de acuerdo a veces
con un tonto desatino;
y pasa como pasa hoy.
Con el frio, en la mañana,
arreglando mi jardín,
recortando algunos setos,
plantando un romero nuevo
pensaba en la navidad...
regaba, olía menta y lavanda,
la hierbabuena, el tomillo...;
y mira si es desatino
que ha comenzado a llover.
Ya no haré lo que pensaba.
Las horas se me hacen lentas
y entonces, como suele suceder
cualquier otro día de estos,
renacen esos recuerdos,
los recuerdos del ayer;
devuelven a mi memoria
la última Navidad, pasada,
cuando aun sentía el amor.
Era otra Navidad...
la primera estando sola,
o así la quería pasar,
como la quiero este año,
sin reuniones, sin cenas
sin postales del belén
sin bolitas de colores
ni árbol de navidad,
sin villancicos, sin tracas....
La pasada Navidad...
fue la última,
que pasé sintiendo amor.
Varias gentes me invitaron
a que comiera en su mesa,
y con varias accedí
porque ellas no sintieran
que yo quedara pensando
que se olvidaban de mí.
Compré regalos amables
por cumplir con su bondad.
Compré billetes de tren
y despues los fui a cambiar
para acortar el viaje que debía viajar.
Cuando llegó Nochebuena,
con los regalos guardados
y confirmada la cena
con quien me había invitado,
recibí aquella llamada.
Era él, mi gran amor,
siete años de mi vida;
siete años, que un mal día,
un azar, un desatino,
un mal amor, la casualidad,
quisieron que terminara,
que dejarán de ser mas.
No me sorprendió su gesto.
Hablábamos sin parar
cada noche, cada día,
en la calle, su casa, o en la mía,
distintas casas entonces,
que una fueron tiempo atrás.
Era él quien me llamaba.
y cogí el auricular pensando
que en el día de Nochebuena
me quería felicitar.
Era antes de cenar, y esa noche,
que yo vivía callada,
que me dejaba llevar,
su voz amable me dijo
que estuviera junto a él.
Falté a todo compromiso;
falté a quienes me llamaron,
a mi ciudad, a mi gente
falte a quienes bien sabía,
me querían de verdad,
y me acerqué hasta su casa,
mía en otra Navidad.
No se si fue la añoranza,
o es extraño sentimiento
que llaman culpabilidad,
o ese miedo a verte solo
sentado en algún sofá,
o, solo necesidad
de sentir que tienes cerca
a quien hoy no puede estar
porque está dando un abrazo
a otro hombre, a su rival.
Fuimos amables al vernos.
¡Que añoranza de los dos!
Yo la mía y el la suya.
Esta sería una noche
de estar cerca, sin hablar;
de querernos nada mas.
Baje del coche una bolsa
con esas cosas de siempre
que se llevan a algún sitio
por si te vas a quedar.
Sentados frente a la estufa
veía la leña arder
mientras cenábamos juntos,
y pensaba en esa hora
en que debía marcharme
de su casa hacia otra casa
donde ver amanecer.
Hablamos de los recuerdos
agarrados de la mano,
sonriendo con ternura
puede que por nuestro ayer.
Yo, nerviosa por el tiempo
y por no saber que hacer,
y él...no se.
Brindamos por ser felices,
y sus palabras amables
me invitaron a quedarme.
Se que yo,
aun lo quería,
aun tenía esperanza
de que volviera a quererme,
que algún día el olvidara
lo olvidable y volviéramos a ser
él y yo, y aquel lugar.
Iba pasando el tiempo;
sonaron las campanadas
del viejo reloj de péndulo
y estando frente al leña
encendida aun de amor,
el me quiso como siempre,
igual que lo quise yo,
y entrada la madrugada
nos fuimos al dormitorio
que arreglamos con amor
cuando poco tiempo atrás
nos jurábamos querernos,
jurábamos felicidad,
nos prometimos unirnos
sentados en unos bancos
de una vieja catedral.
Nos quisimos esa noche,
la noche de Nochebuena.
Yo lo quise de verdad.
Cerré los ojos a todo,
sentía que me miraba
como sin querer mirar,
entre las sábanas suaves,
calientes y perfumadas.
En mi revivió el amor.
Todo fue dulce y amable,
bonito, hasta en el pudor.
Fueron unas horas bellas
que el siguiente amanecer,
quiso que no acabarán;
y se prolongó el amor,
y con el sol asomado,
llegado ya el mediodía,
cuando alargando el momento
en que debía marchar,
me pidió que me quedara
a pasar la Navidad.
Llegaron a compartir mesa
algunos de su familia,
 con los que durante años
compartimos nuestros días,
el café y la sobremesa,
ellos que para mi fueron...
lo que pude hallar aquí.
Ydudando si quedarme
aunque quisiera no irme,
y mirándome a los ojos,
apretándome las manos
para hecerme sentir bien
me respondió sonriendo,
con un abrazo y mil besos:
¡Sabes cuanto te quiero! 
¡Quiero que estes hoy aquí!
Contestamos las llamadas
que las familias hacían
con mas o menos sorpresa
cuando escuchaban su voz,
o mi voz, juntas allí
esos dos días de amor.
Cuando nos quedamos solos
ya un poco entrada la noche
en la que fue nuestra casa,
llorándome el corazón,
hicimos el amor de nuevo
al calor de aquellas brasas,
como queriendo que el tiempo
no quisiera correr ya.
¡Ojala, que se parara
para haberlo amado mas!
Fueron pasando las horas
y la noche nos llamó;
de nuevo esa madrugada
me calentó su calor.
Los cuerpos nos arrullaban,
las palabras nos surgían
en un susurro cercano
cuando me hacía el amor.
Al llegar el nuevo día
lejos ya el amanecer
en que yo debía partir,
estando junto a la verja,
una despedida cálida
y sin darnos un adios,
solo, un -Te quiero pequeña -
Solo nosotros sabemos
lo que vivimos los dos
cuando en el andén estaba,
tan delgado, tan mayor,
despidiéndome su beso.
El regrasaba a su casa
y yo, me iba en aquel tren.
Allí solo se quedaba,
en nuestro nido de amor
de la última Navidad.
Ha parado de llover.
En este cuarto hace frio..
Aquí no hay estufa con leños.
Nadie susurra palabras,
que ahora, está escuchado el,
lejos de aquí, en otra parte,
en nuestro nido de amor,
junto a un cuerpo mas lozano
que no se muere de amor
porque la otra Nochebuena
mientras las brasas cubrían
entre el y yo, el amor,
ella abrazaba otros brazos.
Esta Navidad es otra,
no la que sentí el amor.
Esta Navidad...
tal vez sienta que está solo.
Tal vez...
se sentará ante las brasas
intentando un nuevo amor.
Tal vez...
este olvidando ese amor
como cuentan malas lenguas
que dicen, para el ya se secó.
Tal vez...
en un extraño minuto
recuerde que esta nochebuena
ya son otras Navidades,
no las que sentía amor.


Eloisa
(Prohibida su reproducción)


14 diciembre 2009

Un 3 de Junio en la catedral




Esta es una imagen de la catedral de Valladolid, mi ciudad. Habría mucho que contar sobre su historia, su construcción, su destino, los grandes acontecimientos que en ella se produjeron, y tambien las desgracias que allí se fraguaron, pero hoy dejaré ese cometido para gentes mas expertas, porque la historia que hoy toca es personal. Es simplemente una historia mas de cuantas a través de los siglos ha presenciado este lugar. Tal vez, a casi nadie le parezca importante este insignificante relato, pero si hacemos marcha atrás en la historia y recordamos a tantos que padecieron allí en sus muros, la tortura del castigo por una, tal vez, o no, justa justicia, quizás pudiéramos encontrar una analogía. ¡ Cuantos pagaron en esos muros por su delito!, ¡Cúantas plegarias, promesas, rezos, juramentos....habrán escuchado las piedras de esos muros!


Era un día tres de Junio por el año 2001, cuando paseando por esta bella ciudad, Abelardo y Eloisa llegaron hasta las puertas de la inmensa catedral con ánimo de visita y de absorber ese sobrio aire que respiran los sitios como este lugar. Hablando un poco de su historia nos decidimos a entrar por la puerta lateral, que estaba esta iglesia de obras para adornarla aun mas. Allí dentro nos sentamos frente a un pequeño altar cubierto de sillerias que no dejaban tocar. Recuerdo el ambiente extraño, y cómo sin darlos cuenta nos envolvía a los dos. Sentados en aquel banco, casi sin respirar venían a mi memoria esas historias de amantes que sellaron para siempre su amor en aquel altar. Faltaba el coro, y el órgano. No faltaron los anillos que aquel día fui a comprar; sencillos aros de plata para sellar nuestro amor en un banco de madera, y sin nadie alrededor. Nos cojimos de la mano, como si fuera un pecado, nos besamos fugazmente por si los seres de antaño vigilaban nuestra suerte; mirándonos a los ojos, con un susurro de voz, nos pusimos los anillos consagrando nuestro amor, y prometimos querernos, unirnos un día cercano aunque todo era dificil en ese momento de amor. Juramos quedarnos juntos incluso en la adversidad, sin separarnos por nada, ni pobreza, enfermedad. Fue una promesa sincera dentro de esa catedral la que dos enamorados, Abelardo y Eloisa hicieron en un día tres de Junio , sentados ante un altar. Nadie hubo de testigo, nadie firmó nuestro amor; solo unas horas mas tarde con mas gente en un salón, brindamos por nuestra suerte, y la noche, todo lo proclamó.

Eloisa



http://domuspucelae.blogspot.com/2009/07/historias-d...

http://www.archivalladolid.org/la_catedral_de_valladolid.htm

http://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Cronolog,

06 diciembre 2009

UN DÍA SOÑABA UN SUEÑO


"SOÑABA UN DÍA UN SUEÑO"

 
Soñaba un día cuando llegó el amanecer,
cuando tan cansada estaba
del combate que luchando vivo,
que alguna criatura pensara en mí
iluminando su rostro una sonrisa;
soñaba, que todavía me acuerdo
de las pequeñas cosas que no debo olvidar.
Soñaba dejar de añorar lo bueno que perdí
con lo malo que habitaba el mismo espacio.
Se despierta vivo el sueño (soñando)
que asomada a la ventana
 permita a la lluvia mojar mi cabello,
a mís ojos cerrados ver el olor del agua,
escuchar el murmullo de la gente,
el sonido del aire y sentir
un día mas, que no temo nada.
En mi despertar, sueño, que la vista
no pueda alcanzar a ver el final
de esa calle que paseo cada día;
que el poder de alma me ayude a perdonar
cuando el dolor del engaño me invada.
Sueño y sueño que no añoro, nunca mas,
los silencios de quien calla y aparenta,
callando, sabiduría y prudencia,
humanidad, humildad, resignación,
y no me concede callando, réplica;
que no añoro a quien la página cierra
ocultando mi dolor y su propio miedo
a ser eso, eso que nunca contó.

Eloisa

"NADA ES PARA SIEMPRE", dedicada a quienes estando enamorados sienten que pronto se les acabará el amor.

El amor es algo bonito que nadie queremos perder; es la sensación de que nuestra vida no es algo inutil y vacio. Pero el amor, solo es un sentimiento, y una gana, como otras tantas que padecemos, y tambien se termina cuando sacia ese huequecito que estaba por tapar. No perdura, no puede durar porque se compone de muchas ganas variadas, algunas muy fáciles de llenar, y muy fáciles de olvidar.
Por eso el amor duele, cuando se tiene y cuando se pierde. Y es que el amor, puede ser sed de pocos días, por eso, no es para siempre.


"NADA ES PARA SIEMPRE"

Nada es para siempre.
la vida, la juventud, el amor,
el estremecer de una pasión.
Nada es para siempre,
 ni unos labios de beso,
 ni el brillo de ojos azabache
ni turgencia de unos senos,
 ni la agil cadera desnuda,
 ni una imagen seductora,
 ni la sensualidad retratada.
 Nada es para siempre,
ni la fidelidad deseada,
  ni un murmullo hecho al oido,
ni una promesa de amor.
Nada es para siempre,
 ni la alegría de una risa,
  ni la pena de una despedida,
 el dolor de un abandono.
Una promesa se acaba
cuando la vista ya no alcanza,
Una pasión desvanece
 cuando viene otra pasión,
Una mirada azul se borra
si los párpados se cierran
Un cuerpo desnudo se añora
solo cuando llega el frío,
Un abrazo tierno encoje
si hay que alargarle los brazos
Un gesto de amor,
 con facilidad se olvida,
Unas palabras de amor  
se silvan muy facilmente.
Nada es para siempre.
Un dolor de desamor
se vence a otro amor amando,
Un llanto de dolor se seca.
Nada es para siempre,
la vida,
la juventud,
el amor.

Eloisa

29 noviembre 2009

VIDEO DE LA QUINTA ESTACION


HOY, POR QUE SI,
PORQUE CREO EN EL AMOR,
PORQUE MAÑANA 31 DE NOVIEMBRE
ES UN DÍA QUE RECUERDO
CON ESPECIAL CARIÑO,
PORQUE SE ACERCA UN NUEVO AÑO
 LLENO DE DESEOS Y SUEÑOS...
PORQUE MI HERMANA SE CASA, 
QUIERO DEDICAR ESTA CANCIÓN
A TODOS LOS ENAMORADOS
DESEÁNDOLOS UN AMOR SINCERO.


RELATO DE UNA NOCHE DE JUEVES

imagenes para hi5
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RECUÉRDAME, ...
AUNQUE SEA PARA MAL.

Es Jueves en un casi olvidado lugar de Murcia. Tengo prisa por llegar a mi casa para  salir de nuevo. Voy a sacar a mi perrita Rubia para que bajo la luz de la Luna y la humedad de los huertos abandonados, corra y se enfade un poco con algún gato callejero; hoy la espera un paseo mas breve de lo habitual. La vestiré con su jersey de rayas a colores, la rascaré un poco detrás de las orejas y saldremos a pasear. 
Tengo prisa por regresar.
Hoy es Jueves de Noviembre, el último Jueves del mes, y como siempre si nada lo impide, me acercaré a escuchar el recital de poemas o relatos...de los escritores de este pueblo, igual que hacía en mi ciudad hace unos años cuando sin apenas darme cuenta me encontré, no se como, recitando los Jueves y algunos Sábados, con mis compañeros del Ateneo Literario.
Aquí, en este lugar perdido de Murcia, no recito, no son estos mis compañeros, no me tiemblan las piernas y las dedos de las manos cuando levanto la mirada y un montón de ojos me miran esperando a que comience. Aquí, solo soy una oyente mas, de último Jueves de mes, de fines de semana, de las últimas filas...
Rubia  y yo estamos de vuelta. Me cambio de ropa aprisa; fuera vaqueros estampados de pezuñitas polvorientas por la tierra del camino. Tengo preparada la falda naranja, y una camisa estampada, las botas y todo lo demás en color marrón, para no desentonar con ese grupo de oyentes algo maduros de cada Jueves último de mes.
Atrás dejo la silla giratoria del despacho, el ordenador, las sonrisas y saludos amables para unos y otros que apenas conozco y con quienes nada me une.
La sala está algo alejada de mi casa, en la parte alta del pueblo y el camino hasta allí es inclinado y la noche se ha cerrado; no hay nadie en las calles, ni  ruido de conversaciones, ni las risas de los niños que se oyen horas antes cuando salen del colegio. Iré en coche si quiero llegar a tiempo, antes de que los asistentes comiencen a moverse nerviosos en las butacas, llegaré cuando todos estén mirando al frente, al escenario y nadie se percate de mi presencia.
El ordenanza me saluda levantando la mano y aprovecha mi llegada para acercarse a la sala a escuchar de cerca el relato que se cuenta.
Me gusta sentarme en las últimas filas, pero esta noche están ocupadas aunque la sala no llega a estar medio ocupada, y tengo que buscar butaca mas abajo. Después de colgar el bolso en el asiento delantero y quitarme la chaqueta con cuello de pelo, para poder soportar el calor que allí hace, la casualidad, el azar que siempre está presente en mi vida para lo bueno y lo malo, lo vi a él en la butaca de la fila anterior. Allí, delante de mí estaba él sentado, mas bien recostado,con el cuerpo inclinado hacia el lado izquierdo  como si le pesara, como siempre lo ví sentarse en los años que estuvimos juntos.
Presté mucha atención al relato que contaban y despues comenzaron con otro.
No sabría decir que le ocurría, pero si como le ocurría. Estaba nervioso, inquieto, como una lagartija en un jaulita pintada en dorado, que no de oro. El asiento  se le hacía duro como si fuera de vasta madera.
Quizás presintió algo, mí presencia detrás de él, escuchando lo qeu se decía en el escenario, y observando, y pensando, y recordando todo lo que vivimos juntos durante 7 años y medio.  Quizás, el sintió lo mismo que yo sentí cuando él días, atrás,  y meses atrá,  estaba presente muy cerca de mí creyendo que no lo sentía, que no percibía como me observaba y se ocultaba.
Recuerdo las tardes o noches en que me acercaba este verano hasta la casa de alguien que quise tener por amiga, pero fue tambien mi vecina, su vecina, allá en la huerta, tierra con tierra, valla con valla, saludos en pijama con el vaso de café en la mano. Esos días de este último Julio y Agosto en que cenábamos juntas solas o con amigos en el porche de su casa, y yo siempre me sentaba de espalda a la valla para evitar mirar al otro lado, al lado que fué mi casa por unos años.
Tal vez ahora el esté sintiendo lo mismo que sentía yo cuando esas noches, de repente me cubría una desazón y un mal fario,  que dicen los supersticiosos, y tenía la sensación de estar enferma, hasta que mi amiga u otro acompañante  me comentaba, me respodía con poca voz para no ser oidos: ¡Quieta ahí, no vuelvas la cabeza y sigue hablando normal!- Era entonces cuando ella me contaba que él, quien hoy está un escalón por debajo del mío, sentado en esa butaca que se le hace incómoda, estaba escondido entre sus azaleas, la higuera, y los manzanos, mirándonos, al amparo de la noche a veces muy tardía, escuchándonos, tal vez quieriendo descubrir si  tal vez el era nuestro tema de conversación. Y yo, me sentía mal por ello; también la silla me hacía dura y las manos se me volvían inquietas.
Se ha cortado el pelo hace pocos días y creo que ha estrenado gafas. Lleva su vieja chaqueta americana azul marino que le gusta ponerse cuando cree que debe vestir bien aunque nunca me gustó porque le daba un aire de muy anticuado, y está muy vieja.
El relato que escucho ahora trata de una historia de tres; de como dos hicieron para desenbarazarse de un tercero. Pero también versa de como vengarse de quién no supo ofrecer lo poco o mucho que pudiera dar, de alguien que prefería vivir sin ayudar a vivir, de alguien que creyó tener el mundo en sus manos y las personas a sus pies, de alguien que quiso tener todo sin dar nada. Y también puede ser que cuente sobre como una persona puede ser capaz de separar a otras que estaban unidas aun con sus defectos, que son en realidad libres de aceptarlos, influyendo negativamente en su relación, personándose como el ángel liberador que le concederá todos sus mas secretos deseos.
Estaba nervioso. Conozco bien esos gestos, ese comportamiento suyo mientras escuchaba o hacía que escuchaba el relato sobre tres; sus brazos no podían estar quietos cambiando de postura una y otra vez, su cabeza plateada no encontraba la posición justa, sus dedos iban y venían de las gafas a la barbilla, como si creyera que se fueran a caer; su mandíbula por el lado izquierdo, como siempre, era un constante cojín donde sus delgados dedos jugueteaban, y sus tics causados por la inquietud se hacían evidentes.
Tal vez, pensé sientiéndome a cada momento mas tranquila, si el relato que escuchaba le traía a la memoria la versión de su propia vida siempre a tres bandas, siempre temorosa de una posible venganza, siempre pendiente de ser él lo mas importante, y siempre, olvidandose de todos.
He salido a fumar un cigarro entre relato y relato porque hace mucho calor en esta sala. Estoy pensando en marcharme para que mi presencia, involuntaria en inconscientemente junto a él deje de perturbarlo. Ya lo hice alguna otra vez en otros Jueves de fin de mes, y en el desfile de las fiestas del pueblo, en el supermercado, y en el mercado de los Viernes, cuando lo ví con ella, su nuevo instrumento levanta egos, o solo. Pero esta vez no me voy. Estoy en mi sitio, en mi butaca cogida al azar, escuchando relatos mas o menos agraciados, esperando a que termine el acto para que el ordenanza me despida hasta el Martes próximo que acudiré a la biblioteca a leer.  Estoy aquí porque me gusta estar.
Ha terminado la lectura. Me entretengo a despedirme de alguna gente que ni siquiera conozco su nombre, o lo he olvidado, pero que esos Jueves y otros días mas coincidimos allí, y me dirijo al coche y mientras abro la puerta, él vuelve a estar cerca, caminando con pasos cortitos y rápidos como si tuviera prisa, con aire nerviosos como siempre y sortenado coches para no pasar junto al mío, que resulta, está demasiado cerca del suyo, aunque no me percaté de ello al llegar. Camina  con aire altivo, orgulloso y la mirada desviada a cualquier parte. Y el pensamiento, ¿Donde?. Quizás deseando encontrar un rincón  donde poder verse como sueña verse sin que el sueño se lo rompa nadie, donde no sienta que la culpabilidad lo hunde, donde no haya nadie que conozca mas de é que el  mismo, donde pueda sertirse heroe aun siendo villano .....
Su coche circula tras el mío por todo el pueblo. Y no tengo prisa por llegar. Ya no puede mirarme y escucharme de nuevo escondido entre sus árboles, porque ya no me encuentra allí, al otro lado de la valla. Ya no puede preguntar sobre mi porque nadie hay que le responda a esas preguntas.  Ahora sólo puede seguir viviendo y volver a repetir la historia a tres bandas una vez mas, seguir pensando en si mismo. He llegado a mi calle, a mi casa, y su coche se aleja hacia unos metros mas allá donde yo, ya no voy.

Eloisa

22 noviembre 2009

LAS PALABRAS DICEN MAS DE LO QUE SE LEE.


Caminábamos ahora por un bosque. Las ramas mas altas, secas y cubietas de nieve, recibían los primeros rayos del sol. La neblina estaba terminando de disiparse.
- Se a donde quieres llegar, padre.
- Si, El mundo vive un momento en que mucha gente está recibiendo la misma orden.
- Siga sus sueños, transforme su vida en un camino que conduzca hasta Dios. Realice sus milagros. Cure. Realice profecías. Escuche a su angel de la guarda. Transfórmese. Sea un guerrero, y sea feliz en el combate.
- Corra sus riesgos.
Ahora el sol lo inundaba todo. La nieve empezó a brillar, y la claridad excesiva me dañaba los ojos. Pero - al mismo tiempo - parecía completar lo que decía el padre.
- ¿Y esto que tiene que ver con él?
- Le he contado el lado heroico de la historia. Pero usted no sabe nada sobre el alma de los héroes.
Hizo una larga pausa.
- El sufrimiento-prosiguió.
En los momentos de transformación, aparecen los mártires. Antes de que las personas puedan dedicarse a sus sueños, otros tienen que sacrificarse. Afrontan el ridículo, la persecución, el intento de desacreditar sus trabajos.
- La Iglesia quemó a las brujas, padre.
- Sí. Y Roma echó a los cristianos a los leones. Los que murieron en la hoguera o en la arena subieron rápidamente a la Gloria Eterna; fue mejor así.
Pero hoy los guerreros de la luz se enfrentan a algo peor que la muerte con honra de los mártires. Son consumidos poco a poco por la verguenza y la humillación. Eso ocurrió con Santa Teresa, que sufrió el resto de su vida. Eso ocurrió con María Jesús. Esto ocurrió con los alegres niños de Fátima. Jacinta y Francisco murieron a los pocos meses; Lucía se internó en un convento, de donde no salió nunca más.
- Pero no ocurrió eso con Bernardette.
- Claro que sí. Tuvo que soportar la carcel, la humillación, el descrédito. Debe de haberle contado las palabras de la aparición.
- Algunas palabras - respondí.
- En las apariciones del Lourdes, las frases de Nuestra Señora no alcanzan para llenar media página de un cuaderno; pero aun así la Virgen se encargó de decirle a la pastora: "No te prometo felicidad en este mundo." ¿Por qué una de las pocas frases fue para prevenir y consolar a Bernardette? Porque ella sabía del dolor que le esperaba a partir de ese momento si aceptaba su misión.
Yo miraba el sol, la nieve y los árboles sin hojas.
- El es un revolucionario - siguió diciendo el padre, y el tono de su voz era humilde-. Tiene poder, conversa con Nuestra Señora. Si consigue concentrar bien su energía, puede estar en la vanguardia, ser uno de los líderes de la transformación espiritual de la raza humana. El mundo vive un momento muy importante.
Si esa es su elección, va a sufrir mucho. Sus revelaciones llegan antes de tiempo. Conozco lo suficiente el alma humana para saber lo que le espera.
El padre se volvió hacia mí y me puso las manos en los hombros.
- Por favor -dijo-. Apártelo del sufrimiento y de la tragedia que le esperan. El no lo resistirá.
- Entiendo su amor por él, padre-
El sacerdote meneó la cabeza.
- No, usted no entiende nada. Usted es todavía demasiado joven para conocer las maldades del mundo. Usted, en este momento, tambien se ve como revolucionaria. Quiere cambiar el mundo con él, abrir caminos, hacer que la historia de amor de ustedes se convierta en algo legendario, que sea contado de generación en generación. Usted, todavía cree que el amor puede vencer.
- ¿Y acaso no puede?
- Si puede. Pero vencerá cuando llegue su hora. Cuando hayan terminado las batallas celestiales.
- Le amo. Y no necesito esperar las batallas celestiales para dejar que mi amor venza.
Su mirada se volvió distante.
- A orillas de los rios de Babilonia estábamos sentados y llorábamos - dijo, como si hablara consigo mismo-. En los álamos de la orilla teníamos colgadas nuestras cítaras.
- Qué triste - respondí.
- Son las primeras lineas de un salmo. Habla del exilio, de aquellos que quieren volver a la tierra prometida y no pueden. Y ese exilio todavía va a durar un tiempo. ¿Qué puedo hacer para intentar impedir el sufrimiento de alguien que quiere regresar al Paraiso antes de tiempo?
Nada padre. Absolutamente nada.


* Texto sacado de una obra de Paulo Coelho.

Lo elegí porque se que hay gente que le gusta reflejarse en sus palabras, las de Coelho. Pero las palabras, estas y todas las palabras, tienen mas de una lectura, y no siempre ni para cualquiera, es sencillo introducirse en ellas sin pecar de ser un mero lector y no un pensador. Hay que ser algo inocente para adular y adorar por las palabras que se leen o escuchan. Y lo contrario, para entender. No es lo mismo leer, oir y asentir; eso es lo mas sencillo a lo que podemos alcanzar, lo mas simple para creer que hemos encontrado nuestra verdadera panacea en el primer o casi primer texto que al leerlo identifica esa ilusión por encontrarnos a nosotros mismos en algún lado, aunque sea un libro escrito con el pensamiento de otro. Lo complicado es encontrarnos despues de haber probado a leer y oir infinidad de textos y voces, para saber que en cada uno podemos hallarnos por infinitamente distintas que sean sus frases, sus palabras. Y es que en todo hay algo oculto dificil de descifrar. En todos hay algo que nos falta de asomar. Algo pendiente de conocer.
Eloisa

21 noviembre 2009

POEMA

CANCIÓN A UNA PERRA ABANDONADA



Salía hoy a pasear con un destino fijado
con el tiempo bien medido y  quehaceres calculados
mercado arriba y abajo para no llevarme nada,
solo observar a la gente como carga de manzanas,
de lechugas y tomates y alguna que otra rebaja,
cuando en medio de la plaza escucho que alguien me llama
y me detengo con desgana,
alerta y la frente alta; no importa lo que me hablan,
chismes que no me dañan;
me encamino hacia las plantas: menta, romero y albahaca...
que no pensaba comprar pero le van a mi casa
para adornarla de aromas que me transformen el aura
de colores positivos, de alegría y mucha calma.
Me alejo por la calle arriba, por el parque y otra plaza
con los libros en la mano y las plantas embolsadas
por esas calles que cuestan porque están muy inclinadas.
En la biblioteca estaba cuando de nuevo me llaman, giro
otra vez la mirada, y me encuentro a un alma hermana
que me recuerda - esta noche no has de faltar en la sala -;
asiento sin estar segura de querer hablar de nada, y de nuevo,
cuando bajo a la otra planta, me preguntan por el día,
por mis cosas, por mi casa, y  por las plantas,
si quiero llevarme un tomo de poemas que regalan.
Cuando estoy de vuelta a casa, calle abajo, por el parque
una vecina me para y me cuenta que mañana
tiene una celebración y debe ponerse guapa ...
y mas charla y mas palabras.
Ya estoy cerca de mi casa.
He llegado muy cansada, dejo la bolsa y las plantas, ...
dejo... toda la mañana, y salgo otra vez de casa.
Con el pan y ya en la entrada me hacía la despistada
pero saludo de nuevo a una mujer trastocada que me cuenta
porque en el fin de semana no estuvo donde esperaba,
y las cosas del azar, 
al hacer esa parada por tener que acompañarla,
cambié de puerta, y allí estaba,
la perrita abandonada, muy pequeña y muy preñada,
con una triste mirada y las orejas tan largas que casi
le tapan la cara, meneando el rabo contenta
cuando vió que me acercaba,
como otras veces lo hice para calmarle la gana;
y al pensar en su mirada y viendo que me llamaba
la levanté hasta mi hombro y me la llevé a mi casa;
no tiene nombre ni ama, no tiene cama, ni agua
pero tiene una mirada de ojos de almendra asustada ...
un hocico de carbón y un pelo de miel, dorada...
tan pequeña y tan preñada...
esta perra abandonada...

Eloisa

Aquí teneis algunas páginas, y podeis encontrar muchas mas, que no siempre son agradables, pero tal vez sirvan para enseñarnos a ver. No salgas de aquí sin verlas.