11 julio 2009

MI DIARIO DEL 2009

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Alguien a quien no conozco me dijo aquí mismo que lo que leía en mi blog le hacía pensar en mi con una imagen de tristeza y pena, y no se equivoca.
En realidad hay solo dos razones, una es mi hijo y otra mucho menos importante, las que me impiden hacer lo que se que algún día llegará.
Si hoy me sincero, es porque ya no encuentro suficientes motivos para inventarme una vida, ni para seguir creándola, porque estoy cansada de llevar mi vida encima.
Es muy curioso que siendo niña en mil ocasiones imaginaba como sería cuando llegara el año 2000 ¡que graciosos!. Me resultaba casi imposible imaginar ese año, verme como una mujer adulta, de 40 años, nada menos, y me resistía a pensar que antes o después la vida se acaba igual que las ilusiones, igual que la salud, igual que el amor, la amistad, la esperanza...; no era entonces el momento de pensar en la tragedia ni quería ver mi futuro; solo quería seguir viviendo. Y así seguí pensando hasta que un día en que como una gran muralla sin fin en la que a cada momento se le añade un papelito con un instante de tu vida escrito en el, comenzó a llenarse ese muro con mis propios instantes.
No se si fui afortunada o desafortunada comenzando ese día, pero fue el inicio de mi fin, justo cundo cumplí los cuarenta, como si estuviera predestinada mi historia desde que la pensé de niña.
Yo no creo en el destino, ni eso del karma que nos castiga por nuestras malas acciones vida tras vida , porque el mundo está lleno de indeseables aunque se oculten tras un halo de bondad, que merecerían un triste sin vivir un millón de veces antes que yo.
No puedo ya creer en las personas porque he comprobado que no les importo mas allá de lo justo para aparentar ser buenas personas, cuando simplemente te tienen para cubrir una necesidad de cualquier índole y cuando su amor o amistad no precisa mas olvidan que las personas no estamos configuradas como un ordenador al que le haces un clic y se duerme sin rechistar hasta que de nuevo quieras encenderlo.
Si, mi anónimo comentarista, estoy triste y apenada; estoy algo mas que eso. Quiero terminar, dejar de ser esa que está en el mundo porque la suerte se lo permite. Quiero terminar lo que comenzó hace unos años aquel día cuando andaba por los cuarenta y se me abrió un mundo que no esperaba para lo bueno, y menos aun para lo que llegó.
Imagino, como si lo estuviera oyendo junto a mis oídos que aun oyen, y lo estuviera viendo junto a mis ojos que aun ven, a la gente que en algún momento hizo que me halagó para ser halagado, la que hizo que me regaló para que le regalara, la que sonrió ´cuando me miraba a los ojos y fruncía el ceño al girarse. Y estoy cansada.
Ya no quiero vivir en la oscuridad miserable de los que dicen quererme, ni participar en sus necedades y mentiras. Nadie mas conseguirá de mi los propósitos que a ellos les benefician; tendrán que correr con las consecuencias de lo que hacen sin que yo sea su excusa nunca mas.
Mi anónimo comentarista; llegué a amar la belleza, la salud, la fantasía, los días y sus noches, el mar, el sol, la libertad, la independencia, la amistad, el compañerismo, a las personas y a los hombres y el futuro. Llegué ha hacerlo, sinceramente. Y ahora no quiero seguir haciéndolo si debo vivir cargando con mi vida, porque no es agradable que cuando una mujer se siente mas mujer que nunca y la vida le roba esa ilusión, siempre hay alguien cerca que se empeña en recordártelo y te cambia por otra muñeca mas nueva; porque cuando te gusta correr por la vida mirándolo todo, absolviéndolo todo, y te cortan las piernas obligándote a permanecer sentada de por vida, siempre hay alguien que te lo recuerda y prefiere pasear junto a otros de piernas mas ágiles que llegan a cualquier parte y te dejan encerrado sin preocuparse por ti; porque cuando las horas del día no están para que tu las repartas a tu conveniencia, ni siquiera de acuerdo a tus necesidades, siempre hay algo y alguien que prefiere que desesperes sin importar si al fin del día habrás logrado hacer o llegar a donde querías sin su ayuda; porque llegas a servir de excusa para que otros consigan sus propósitos, porque cuando ya no sirves como antes servías, no te quieren en su lista. Por que me he cansado de que me cansen y crean que son otros los cansados, he dejado de creer.
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Eloisa