20 diciembre 2009

" LA ÚLTIMA NAVIDAD QUE SENTÍ EL AMOR ".Poema de Eloisa




Estoy sentada, en la penunbra,
de una tarde de lluvia
que no veo su final.
Quería hacer muchas cosas
esta tarde de Diciembre
que me impidieran pensar
que en apenas unos días
está aquí la Navidad.
Diez días apenas quedan..
Pero el día se ha torcido.
Parece como si el destino
se pone de acuerdo a veces
con un tonto desatino;
y pasa como pasa hoy.
Con el frio, en la mañana,
arreglando mi jardín,
recortando algunos setos,
plantando un romero nuevo
pensaba en la navidad...
regaba, olía menta y lavanda,
la hierbabuena, el tomillo...;
y mira si es desatino
que ha comenzado a llover.
Ya no haré lo que pensaba.
Las horas se me hacen lentas
y entonces, como suele suceder
cualquier otro día de estos,
renacen esos recuerdos,
los recuerdos del ayer;
devuelven a mi memoria
la última Navidad, pasada,
cuando aun sentía el amor.
Era otra Navidad...
la primera estando sola,
o así la quería pasar,
como la quiero este año,
sin reuniones, sin cenas
sin postales del belén
sin bolitas de colores
ni árbol de navidad,
sin villancicos, sin tracas....
La pasada Navidad...
fue la última,
que pasé sintiendo amor.
Varias gentes me invitaron
a que comiera en su mesa,
y con varias accedí
porque ellas no sintieran
que yo quedara pensando
que se olvidaban de mí.
Compré regalos amables
por cumplir con su bondad.
Compré billetes de tren
y despues los fui a cambiar
para acortar el viaje que debía viajar.
Cuando llegó Nochebuena,
con los regalos guardados
y confirmada la cena
con quien me había invitado,
recibí aquella llamada.
Era él, mi gran amor,
siete años de mi vida;
siete años, que un mal día,
un azar, un desatino,
un mal amor, la casualidad,
quisieron que terminara,
que dejarán de ser mas.
No me sorprendió su gesto.
Hablábamos sin parar
cada noche, cada día,
en la calle, su casa, o en la mía,
distintas casas entonces,
que una fueron tiempo atrás.
Era él quien me llamaba.
y cogí el auricular pensando
que en el día de Nochebuena
me quería felicitar.
Era antes de cenar, y esa noche,
que yo vivía callada,
que me dejaba llevar,
su voz amable me dijo
que estuviera junto a él.
Falté a todo compromiso;
falté a quienes me llamaron,
a mi ciudad, a mi gente
falte a quienes bien sabía,
me querían de verdad,
y me acerqué hasta su casa,
mía en otra Navidad.
No se si fue la añoranza,
o es extraño sentimiento
que llaman culpabilidad,
o ese miedo a verte solo
sentado en algún sofá,
o, solo necesidad
de sentir que tienes cerca
a quien hoy no puede estar
porque está dando un abrazo
a otro hombre, a su rival.
Fuimos amables al vernos.
¡Que añoranza de los dos!
Yo la mía y el la suya.
Esta sería una noche
de estar cerca, sin hablar;
de querernos nada mas.
Baje del coche una bolsa
con esas cosas de siempre
que se llevan a algún sitio
por si te vas a quedar.
Sentados frente a la estufa
veía la leña arder
mientras cenábamos juntos,
y pensaba en esa hora
en que debía marcharme
de su casa hacia otra casa
donde ver amanecer.
Hablamos de los recuerdos
agarrados de la mano,
sonriendo con ternura
puede que por nuestro ayer.
Yo, nerviosa por el tiempo
y por no saber que hacer,
y él...no se.
Brindamos por ser felices,
y sus palabras amables
me invitaron a quedarme.
Se que yo,
aun lo quería,
aun tenía esperanza
de que volviera a quererme,
que algún día el olvidara
lo olvidable y volviéramos a ser
él y yo, y aquel lugar.
Iba pasando el tiempo;
sonaron las campanadas
del viejo reloj de péndulo
y estando frente al leña
encendida aun de amor,
el me quiso como siempre,
igual que lo quise yo,
y entrada la madrugada
nos fuimos al dormitorio
que arreglamos con amor
cuando poco tiempo atrás
nos jurábamos querernos,
jurábamos felicidad,
nos prometimos unirnos
sentados en unos bancos
de una vieja catedral.
Nos quisimos esa noche,
la noche de Nochebuena.
Yo lo quise de verdad.
Cerré los ojos a todo,
sentía que me miraba
como sin querer mirar,
entre las sábanas suaves,
calientes y perfumadas.
En mi revivió el amor.
Todo fue dulce y amable,
bonito, hasta en el pudor.
Fueron unas horas bellas
que el siguiente amanecer,
quiso que no acabarán;
y se prolongó el amor,
y con el sol asomado,
llegado ya el mediodía,
cuando alargando el momento
en que debía marchar,
me pidió que me quedara
a pasar la Navidad.
Llegaron a compartir mesa
algunos de su familia,
 con los que durante años
compartimos nuestros días,
el café y la sobremesa,
ellos que para mi fueron...
lo que pude hallar aquí.
Ydudando si quedarme
aunque quisiera no irme,
y mirándome a los ojos,
apretándome las manos
para hecerme sentir bien
me respondió sonriendo,
con un abrazo y mil besos:
¡Sabes cuanto te quiero! 
¡Quiero que estes hoy aquí!
Contestamos las llamadas
que las familias hacían
con mas o menos sorpresa
cuando escuchaban su voz,
o mi voz, juntas allí
esos dos días de amor.
Cuando nos quedamos solos
ya un poco entrada la noche
en la que fue nuestra casa,
llorándome el corazón,
hicimos el amor de nuevo
al calor de aquellas brasas,
como queriendo que el tiempo
no quisiera correr ya.
¡Ojala, que se parara
para haberlo amado mas!
Fueron pasando las horas
y la noche nos llamó;
de nuevo esa madrugada
me calentó su calor.
Los cuerpos nos arrullaban,
las palabras nos surgían
en un susurro cercano
cuando me hacía el amor.
Al llegar el nuevo día
lejos ya el amanecer
en que yo debía partir,
estando junto a la verja,
una despedida cálida
y sin darnos un adios,
solo, un -Te quiero pequeña -
Solo nosotros sabemos
lo que vivimos los dos
cuando en el andén estaba,
tan delgado, tan mayor,
despidiéndome su beso.
El regrasaba a su casa
y yo, me iba en aquel tren.
Allí solo se quedaba,
en nuestro nido de amor
de la última Navidad.
Ha parado de llover.
En este cuarto hace frio..
Aquí no hay estufa con leños.
Nadie susurra palabras,
que ahora, está escuchado el,
lejos de aquí, en otra parte,
en nuestro nido de amor,
junto a un cuerpo mas lozano
que no se muere de amor
porque la otra Nochebuena
mientras las brasas cubrían
entre el y yo, el amor,
ella abrazaba otros brazos.
Esta Navidad es otra,
no la que sentí el amor.
Esta Navidad...
tal vez sienta que está solo.
Tal vez...
se sentará ante las brasas
intentando un nuevo amor.
Tal vez...
este olvidando ese amor
como cuentan malas lenguas
que dicen, para el ya se secó.
Tal vez...
en un extraño minuto
recuerde que esta nochebuena
ya son otras Navidades,
no las que sentía amor.


Eloisa
(Prohibida su reproducción)