20 julio 2009

UN RINCON DE MI CIUDAD, EL RIO PISUERGA.

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Aprovechando que estamos en verano, y que esta que escribe se encuentra lejos de su ciudad, Valladolid, esa que muchos aun no saben localizar en el mapa con forma de piel de toro, voy a incluir en mi blog varias entradas sobre esta ciudad que siempre tuvo un rincón especial para quienes la visitaron. Intentaré incluir alguna breve historia sobre aquellos lugares que tienen algo de especiales para mi, una anécdota y algunas fotos si me es posible conseguirlas.
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Hoy, para comenzar contaré sobre uno de los ríos que pasa por mi ciudad.

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Aquí van unas fotos del Río Pisuerga, ya sabéis, ese río del que tanto se habla por ahí; y es que, si, tiene playa, un agua profundo, un barco que te pasea río arriba, arena fina, sol, algún chiringuito (no voy a exagerar) con música para animar, su paseo lleno de mamás con sus niños, parejas, y gente de todas las edades haciendo footing o lo que se pueda, su zona de deportes, colectivos, el socorrista que te mira desde lo alto, sus incansables patos, cisnes y las ocas que te rodean al mediodía esperando que caiga un trozo de bocadillo para avalanzarse sobre el y después descansan en sus casitas de madera de colores que flotan sobre el agua.
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Ese río lleno de historia que recorrí durante años desde que siendo una niña me llevaban los Domingos a jugar con un cubito adornado con peces verdes; ese que temí el día que montada en una barca está volcó y a ver solo oscuridad, creí que había muerto, el que siendo adolescente y mucho tiempo después me sirvió como refugio, sentada sobre las piedras de las ruinas del molino, o bajo las gruesas ramas de las moreras que con el paso del tiempo, enlazadas entre si, parecen haber creado un túnel para que las parejas paseen por el sin que la luna los vea. Ese río que en otros años estuvo lleno de hombres quietos, con los codos clavados en el muro mirando a las mas atrevidas lucir pequeños biquinis que no estaban en su memoria poco tiempo atrás
Fue en el pasado, el río donde los frailes acercaban a los colegiales y los observaban desde las barcas mientras se despojaban del sofocante calor del verano salpicando inocentemente sus cuerpos escuálidos; donde los soldados bajaban sus caballerías a refrescar, y donde paseaban los Domingos los amantes de los churros y la conversación.
Mi río Pisuerga, el que pasa por Valladolid, y que volveré a recorrer cuando regrese de este lugar donde vivo ahora, porque es mi río, el río donde nació mi madre y donde descansa ahora.
Casi olvido decir que el Pisuerga, antaño, cuando su largo brazo y el del otro río que pasa por esta ciudad, el Esgueva, crecía en la época de lluvias o deshielos, sufrían un aumento de caudal que provocaba grandes riadas, inundando una buena parte de la ciudad, hasta que el cauce del Esgueva, que se paseaba alegremente frente a la casa donde vivió Cervantes, fue desviado de su recorrido por algunas zonas céntricas de la ciudad, donde en la actualidad podemos encontrarnos bajo algunos edificios que en algún caso han sabido utilizar muy acertadamente, grandes bóvedas y túneles que sirven de comedores, donde por cierto, es frecuente invitar a los turistas que llegan a mi ciudad, a degustar su buena y original cocina.
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Eloisa

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