Se fue,
regalándole la barca
regalándole la barca
donde pasear su nuevo éxtasis de amor
cuando su voz tenue cantaba
escondida en agazapados nocturnos
otras lujurias, risas de un nuevo mar salado
renovado, airado y navegado
en esa barca zozobrada.
Se fue,
Se fue,
soltando el cabo de la soga atada,
deshilachada por unas rocas escarpadas,
a su cintura amarrada por las desdichas,
en otra cintura amarrada, como un fantasma,
y se dejó marchar;
sin presentarle batalla,
mirando irse solas sus manos enajenadas,
copadas de ayeres
mirando irse solas sus manos enajenadas,
copadas de ayeres
y bellos amaneceres,
de infinitas palabras de miel enamoradas
Por sus miradas se fue de ella la mirada,
Por sus miradas se fue de ella la mirada,
llena de tal vez, llena de vuelve a mí
un mañana, un día sin bruma,
cuando naufrague la barca que te amarra,
amedrentado por el miedo
de las aguas sin calma.
La dejó marchar
La dejó marchar
ofreciendo no marcharse de su lado,
ofreciendo callar el trueno
ofreciendo callar el trueno
sólo a él y ella reservado,
mirando su aliento desmayarse,
y a él lloviendo en cualquier prado.
y a él lloviendo en cualquier prado.
Se fue, maldiciendo el ancla que arrastraba
incapaz el llanto vivo que lloraba,
amando el sentido placentero de sus canas,
el refugio evitando el desmayo con la charla,
incapaz el llanto vivo que lloraba
de saber amar el cuerpo solamente.
Se marchó pero no se fue.
Sigue aquí remando,
en una barca quebrantada,
nadando la espera desnuda en el lago
que la alberga, como asustada,
salvando cada tormenta arrebatada,
encaprichada por sentir
que sigue enamorada
del polvo gris que la atrapa.
que sigue enamorada
del polvo gris que la atrapa.
Eloisa
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